jueves, 10 de septiembre de 2015

El descarril bici

Había una época en la que solo éramos unos pocos, nos reuníamos en secreto y huíamos de los convencionalismos que marcaba la Real Academia de las Lindas Maneras (la RALM)…La gente nos miraba raro y aun así sorteábamos a taxis, buses, aviones y algún submarino con la mayor dignidad que fuera posible. Transitar en bicicleto era una experiencia mística que alternaba la graba parcheada con tramos de acera (inoxidable en algunos casos…) sin evitar la lluvia de improperios de cenutrios al volante que te observaban como arbotantes salientes de nula utilidad...


Años después las ciudades se han llenado de unas arterias verdes que hacen la vez de autopistas ciclópeas que marcan el devenir de nuestros destinos circulares. La apuesta civil por el uso del carril alternativo se ha convertido en una auténtico fenómeno de masas que ha llenado los centros comerciales de una turba desenfrenada con sed de “estreno”, sí, del bautizo de su nuevo cachivache por la superficie de la nueva calzada…Y dónde quedó la figura de esa criatura triste e indefensa, sensible a las causas perdidas que ponía su vida en juego cada que se subía a la bicicleta? En busca y captura…Ahora los nuevos tabernáculos del mundo ciclista enfilan los laberintos urbanos seguros de haber pagado un peaje que los mantiene inmunes a semáforos, cedas el paso, abuelas, carros de la compra, bambinos jugueteantes, etc., y no me queda más remedio que susurrarles en un perfecto acento inglés cada vez que llego a un ceda el paso: “Pasen ustedes, por favor…”