Atribulados por la comodidad de la vida moderna ahora nos
venden la sandía rojiza y oronda de toda la vida sin pepitas…No solo es que le echen
todo tipo de fertilizantes, abonizantes, edulcorantes, anabolizantes,
justificantes y otras sustancias dopantes sino que además le ponen un pegatino
bien grande en el mismísimo corazón de la epidermis verdiforme donde nos
anuncian la llegada de la Buena Nueva, “Señores y Señoras, ustedes van a
comprar una sandía libre de pepitas…”. Ya puestos, propongo a la OSLP
(Organización de Sandinistas Libre de Pepitas) que para la próxima temporada el
crepúsculo fruto veraniego adopte diferentes formas frigoríficas, que el
pellejo cambie de color según la luz del día, que la savia que desprende
incorpore un enjaguador bucal y un detergente por si entra contacto con el
ropaje, y cómo no, que cada medio millón de sandías haya una que incluya una pepita de oro, y así motivamos al consumo que está la cosa mu malita…
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