domingo, 15 de mayo de 2016

Tenemos caracoles para llevar

Coincidiendo con la llegada de la primavera el campo se llena de amapolas y margaritas silvestres y los animalillos se exaltan ante la atmósfera polinizante, y mientras tanto,  la superficie alquitranada se ve invadida por una colonia de criaturas ansiosas e inquietas, son los “Caracolianos de la Quinta Esfera Celeste”. Estos seres de rasgos humanoides sufren un tic incesante que se repite todos los días a la llegada del atardecer y que solo pueden combatir con la ingesta masiva de esos tentáculos babeantes de aspecto conchiforme provocando en todos los caracolianos un éxtasis pélvico de naturaleza orgásmica. La pandemia no resulta ser extremadamente nociva para los organismos públicos y hasta ahora no se ha dictado ningún bando municipal que prohíba la presencia de dicha secta en la sociedad postmoderna.

Los orígenes del ungüento mágico derivan de una receta ancestral hecha a base de hierbas naturales manipuladas justo antes de realizar el anclaje de los bichillos al caparazón eterno. Hubo una época donde la secta de los caracolianos fueron perseguidos por los organismos oficiales por lo que se reunían en guaridas secretas para el consumo masivo de los herbívoros de la espiral suprema.



Pero esto se acabó, ahora con la llegada de la globalizatio se ha extendido una práctica habitual que desvirga la receta mágica a través de un cofre cristalizante que promete la inclusión de cada una de todas las partículas especiales que permite la recuperación de la fórmula antiguoide y que no es difícil de encontrar. Solo tienen que fijarse que ahora no solo el Bar Manolo o el tabernáculo de turno cuentan con el cartel que adoctrina a los caracolianos, no, ahora también puedes saciar tu sed caracoliana en el chino de la esquina, en la droguería de la acera derecha, en el taller de en frente, en el disco pub de la otra calle o en el kiosko de prensa del barrio, total, qué más da mientras tengan caracoles para llevar…

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